martes, febrero 12, 2008

Opciones forzadas

Hace unos días, en todo el mundo se escuchó claro el grito de muchos colombianos. No más FARC.

Lamentablemente, algunos como siempre se aferran a sus concepciones cerradas, sin pensar en un cambio o una alternativa más allá de sus libros, que a veces ni saben interpretar, y de sus ideas decimonónicas, para nada actualizadas, de lo que podría ser la "sociedad perfecta".

Más allá de los que no protestaron, o protestaron por considerar que había que oponerse a todas las guerrillas y grupos armados, y de los que no protestaron por considerarlo un apoyo a Uribe, están los otros. Los primeros creo que tenían una posición más o menos discutible, lógica, racional, y en su inactividad no entorpecieron ni embarraron nada.

¿Y los demás? Me refiero principalmente a los grupos de izquierda superradicalizada, como los que mi hermano encontró cuando fue a tomar nota de la marcha en nuestra ciudad natal. Cuatro gatos locos, como se dice acá.

¿Y qué hacía esta gente? Metían en la misma bolsa a las FARC, su apoyo ciego a un Chávez que hasta ahora no hace más que excluir su país del mundo racional, y su odio contra un Uribe que califican de nazi y/o fascista.

Daban su apoyo a un grupo evidentemente terrorista. Claro, a ellos no les parece terrorista secuestrar, matar, poner bombas... Supongo que entonces es terrorista vender galletas, y las niñas exploradoras son el brazo armado de EEUU en las sombras. ¿Qué hace falta para ser terrorista? ¿Es la suma de miles de secuestros y desapariciones? Si es cierto, como creen los judíos (o al menos esa parte de la Lista de Schindler) que el que salva a una persona salva a la humanidad, ¿qué se puede decir de semejantes asesinos?

Pues nada más de lo que se ha dicho, supongo. Expresar repudio. Lamentablemente, como digo, estos grupúsculos de gente no comprenden que a Uribe lo ha votado gente, que así es la democracia y que si Colombia se está haciendo fascista (cosa sobre lo que no opino por falta de conocimiento) será culpa de sus ciudadanos y allá ellos. Pero nadie, ningún colombiano ha elegido a las FARC, al ELN o a ninguno de los demás, y allí está el punto de la cuestión. Nadie ha elegido la masacre, el secuestro, la desaparición, la incertidumbre de tantas familias quebradas, tantos desplazados internos, tantos años de supuesta lucha en la cual estos grupos no han logrado nada más que hacer sangrar al país y desestabilizarlo.

Todo ha sido una opción forzada por la decisión de los mismos grupos insurgentes, que creen que su opinión es superior a las de los demás. Justamente como esos grupúsculos que se creen que tienen la palabra santa, la salvación para todo el mundo, ignorando o acallando las voces de los que no coinciden con ellos.

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