domingo, junio 08, 2008

Obedicencia debida. Y punto final.

Eso mismo es lo que está pidiendo el Presidente del Partido (no electo). Obediencia debida a su Palabra dentro del Partido.

Resultaría tedioso buscar todas las veces que lo ha dicho literal o sutilmente en estas últimas semanas, así que lo paso por alto. Para los argentinos ya es de público conocimiento.

Resulta irónico que un hombre tan "setentista", que reprochaba a los militares la falta de derechos humanos, sea ahora tan autoritario como los anteriores ocupantes de la Casa Rosada, demandando de sus seguidores el apegarse a un guión ideológico que no tiene asidero por ninguna parte.

Dicen que ya algunos peronistas están alejándose, en puntitas de pie, de esta actitud. Lamentablemente los que lo han hecho con todas las letras son peronistas ya desacreditados y gastados por la política veleta del Partido (vos sos el líder, entonces te alabo a más no poder, y mañana caes en desgracia y te apuñalo por la espalda... ah, tiempos lejanos los de esa Roma gloriosa). De la Sota diciendo que Kirchner trae "políticas stalinistas" al partido no es muy creíble, aunque diga la verdad. Por otra parte es algo triste que Reutemann, aunque odiado por muchos aquí en mi provincia, siga siendo el único referente que no cae al puesto de lamebotas oficial de la región, y que para colmo sea un demasiado tibio en sus declaraciones (aunque por otra parte, la contundencia de palabras nunca fue su fuerte). Del patilludo... ¿qué puedo decir del patilludo? Ahora quiere ser presidente de nuevo...

El tema es ver cuánto tiempo se puede soportar este "yo no lo quiero ver, por lo tanto no existe" sumado al "tú haces y piensas lo que yo digo o eres golpista". Al campo se le siguen sumando otros sectores, y se revela la tropa. Los camioneros hacen paro; los trabajadores de la carne amenazan con lo mismo. Mañana lunes el gobierno romperá una ley importante al faltar a su cita con el mediador de la nación, y sumará otra ilegalidad más a su gobierno, pero ahora en cámara. Se seguirá diluyendo su poder al querer aferrarlo cada vez más fuerte.

Kirchner, dicen, ha perdido ya la visión de la realidad. Tal vez lo que nunca ha tenido, y por eso no ha perdido, es la convicción de que el poder es de la gente y no suyo. Si la obediencia debida y el punto final no sirven como excusas para la masacre por parte de los militares, ¿servirá como excusa a los civiles en su intento de apoderarse del poder?

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