sábado, marzo 21, 2009

Pensar antes de hablar

Si a todo el circo mediático que engendra la cuestión de la supuesta inseguridad que se vive en las calles de Argentina, le faltaba algo, era esto. Que la farándula se ponga a proponer absurdas soluciones que nada tienen que ver con la realidad.

El colmo del colmo lo ha dado Susana Giménez con su declaración de que la colimba podía sacar a los jóvenes delincuentes de las calles y "enseñarles". Comentario totalmente absurdo y nada informado, porque, con todo respeto por las mujeres, ¿qué puede saber una mujer sobre el SMO?

Siendo sincero, yo tampoco, porque caí justo fuera: cuando cumplí 18 hacía poquito que ya no existía más. Pero a cambio de la experiencia directa tengo un elemento decisivo: la capacidad (que supuestamente todos tienen) de razonar y pensar. Y también de apelar a la historia, aunque este sí que no lo tienen todos, particularmente los que no saben leer (o no leen nunca, que es parecido).

Si mal no recuerdo, cuando el SMO se instituyó en Argentina, en 1901, una gran cantidad de conscriptos quedó fuera por razones médicas: no daban con la talla o el peso, o incluso con la capacidad mental, porque venían de regiones del país que sufrían enormemente la desnutrición y formas de vida realmente lamentables. Herencias de la querida generación del 80 que tantas cosas lindas nos dejó (como una Patagonia, supuestamente desierta, llena de indígenas masacrados). No recuerdo dónde he leído el dato y ahora no puedo encontrar referencias, pero de toda manera, ¿qué podría suceder ahora?

¿Serviría el SMO para un chico adicto al paco que tiene 15 años? No, porque con 15 años nadie hace el SMO y mucho menos si a las dos semanas de adicto, ya tiene el cerebro lamentablemente quemado. ¿Serviría el SMO para un drogadicto "común", mayor de edad? Difícil, si como muchos de los adictos a las drogas más comunes, son de clase baja o media: sabemos muy bien que los ricos son expertos en sacar a sus hijos del SMO. Se pueda recuperar o no de la adicción, probablemente tenga ya otros problemas de salud que serán más graves que su "falta de educación".

En general, muchos de los supuestos candidatos que la señora Susana Giménez y compañía proponen para un SMO que los "eduque civilmente" no podrían acceder a él. La parte más violenta de la mal llamada "inseguridad" la conforman adolescentes y menores de edad que están drogados, borrachos o ambas cosas, y que además de eso provienen de situaciones familiares complejas, llenas de maltratos, abusos, abandono y desnutrición. No que eso excuse sus acciones, pero ciertamente, su estado mental y físico, ni hablar de su corta edad, hacen que sea imposible que hagan un SMO porque no pasarían ni el primer examen físico.

¿Falta razonar más? Sí, pero esto era el principio. Lo que sigue tal vez es demasiado elevado para ciertas personas de la farándula que se dedican a opinar sin saber, abusando de su poder como figuras públicas para confundir o tergiversar la cosa, esparciendo ideas como la pena de muerte y otras de manera aparentemente inocente.

Y es que el Servicio Militar Obligatorio es una institución ya caduca a nivel internacional, que tuvo su momento de importancia en América Latina cuando los países se formaban como naciones. No es casualidad que haya surgido más o menos en el mismo espacio temporal en Argentina y en otros países. América Latina se formó de grandes masas de inmigrantes de muchas partes, de criollos y de españoles, de negros y de indígenas. Encontrar la forma de crear un espacio común que se pudiera llamar nación era crucial en esa época; esto se logró haciendo uso de tres instituciones básicas:

  • la educación pública, gratuita, obligatoria y laica, que permite que todos los niños aprendan a compartir el mismo idioma escrito y hablado, conozcan la historia y las leyes del país, además de aprender cuestiones cívicas, políticas, sociales, morales e higiénicas (sí, tengo libros escolares de principio del Siglo XX y todo esto es más que evidente);
  • la creación de una Historia Nacional firme y estable, un Mito Nacional en donde cada prócer y cada figura y personalidad encarnan valores y defectos humanos arquetípicos, fácilmente reconocibles y apuntables como ejemplos. Este mito sacrifica a veces la complejidad de la realidad y ciertos detalles escabrosos (como la amante de San Martín) para exaltar otros que unan bajo una misma bandera de recuerdos y costumbres a los miles de inmigrantes cuyas familias venían de Europa sin ninguna referencia de este tipo.
  • finalmente, el Servicio Militar Obligatorio. No solo permitía fortalecer la nación al darle instrucción militar a los jóvenes y crear un ejército más grande, sino que además terminaba de darle, a muchos de ellos, la educación superior que de otra manera no podrían tener. Además del sentido de pertenencia (al país y al Estado), les daba la oportunidad de insertarse laboralmente, si es que lo deseaban, mientras quedaban como reserva, al terminar ese período, en el caso de que el país entrara en guerra.

¿De qué serviría entonces el SMO ahora en Argentina? Indirectamente, lo que dice Susana Giménez es más o menos la misma tontería que dicen desde el gobierno: hay que educar. Pero no se puede educar con un arma en la cabeza. Si esos adolescentes ya no van a la escuela porque viven en la calle pidiendo, robando y drogándose, ¿qué SMO tiene en mente la diva? Imagino que algo así como las imágenes mentales que tiene Homero Simpson, con monitos que hacen ruido y payasos que bailan. Es decir, algo totalmente desconectado de la realidad.

Educando solamente no se hace nada, y de hecho, mal que mal, educación pública gratuita, laica y obligatoria hay en Argentina. Y evidentemente eso no funciona de manera aislada. Más educación no es la respuesta: es ponerse a pensar en serio.

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