jueves, diciembre 31, 2009

De Hitler, nada de nada

Por décadas, muchos especularon con que Hitler había tenido un final diferente del que contaba la historia oficial. Según numerosos testigos presenciales, tanto él como su amante se habían suicidado, y él había dado órdenes previas de que su cuerpo fuera totalmente destruido para evitar que fuera capturado por los soviéticos. En su memoria estaba fresco el brutal maltrato que el cadáver de su colega Mussollini y el de su amante habían recibido en Italia, después de ser muertos en la horca.

Siguiendo sus órdenes, los dos cuerpos fueron cremados improvisadamente en una fosa rellenada con combustible, mientras las últimas bombas soviéticas daban fin a la guerra. El lugar, a pocos pasos de su bunker personal, fue luego rellenado con tierra. Igual suerte corrió su ministro de propaganda Goebbels, su esposa y sus hijos, asesinados por la pareja en una de las últimas tragedias de la guerra.

Al llegar las tropas soviéticas a Berlín, muchas acontecimientos quedaron en el secreto absoluto, o en uno borroso. Se manejaron numerosas hipótesis que decían que Hitler no había muerto y había escapado, con o sin la connivencia aliada, a Argentina o a Suiza. Todas estas teorías de conspiración tenían poco sustento, y estaban basadas en testigos poco confiables, suposiciones sobre textos ambiguos o cualquier otra cosa: el asunto central era que el cuerpo de Hitler nunca había aparecido. Los testimonios de la secretaria de Hitler (sobre los cuales se hizo un documental y se basó la célebre película La caída, que relata los últimos días de la Alemania Nazi) y de muchas otras personas eran sólidos, pero la realidad era que difícilmente todo el cuerpo del dictador podría haber desaparecido de esa manera.

Después de muchos años de especulación, y con la caída del régimen soviético, lentamente comenzaron a aparecer datos y rumores. Hacia finales de 2002, el Servicio Federal de Seguridad (FSB, heredero de la KGB soviética) colaboró en la realización de un documental en el que se seguían los últimos rastros del dictador. En este documental, se mostraban documentos que marcaban que en sus archivos existían partes del cráneo de Hitler, incluyendo parte de la mandíbula. Comparando los documentos alemanes y los soviéticos y examinando estos fragmentos óseos, un experto forense pudo asegurar con gran certeza que debían corresponder a Hitler. Como el dictador no tuvo descendencia y muchos de sus parientes habían muerto o se habían cambiado el nombre, no había material genético que comparar, de manera que el FSB restringió su colaboración a mostrar los documentos y los huesos.

Todo quedó así por unos años, hasta que en los primeros días de diciembre de 2009, Rusia finalmente reveló que las autoridades soviéticas habían ordenado destruir totalmente los restos de Hitler y de las personas que lo acompañaron a la tumba aquél día de 1945.

Como en muchas de las historias relacionadas con esta guerra, todo tuvo lugar de manera misteriosa y retorcida. Según los registros soviéticos, el 5 de mayo de 1945 agentes del contraespionaje comunista encontraron la fosa donde yacían los restos de los jerarcas nazis y sus familias. El 16 de junio de ese año, después de una rápida e intensiva investigación, se le presentó a Josef Stalin un informe que incluía datos sobre todo lo encontrado, la certificación de la muerte de Hitler junto con los testimonios recopilados a los testigos capturados y los análisis de los restos. Nada de esto se hizo público.

Como en 2002, todo indica que los cadáveres fueron identificados por sus registros dentales, la única manera que existía en esa época. Para garantizar la autenticidad de todo el asunto, las piezas usadas en la identificación forense fueron enviadas al organismo de espionaje precursor de la KGB, y pasó a formar parte de sus archivos. Un fragmento de su cráneo se guardó en otro archivo estatal. Ambos fragmentos todavía están guardados en estos lugares.

Tal como no quería el dictador alemán, lo que quedaba de su cuerpo siguió en posesión de los rojos. Los demás restos fueron enterrados provisionalmente en un bosque cerca de la ciudad germana de Rathenow, más o menos en la fecha en la que Stalin recibió el informe mencionado. Estos restos permanecieron allí, ocultos en una fosa común, hasta el 21 de febrero de 1946. En esa fecha, quizás para evitar que fueran descubiertos, se los trasladó a un lugar secreto de una base militar dentro del sector soviético de Alemania: el número 36 de la calle Westendstrasse, en la ciudad de Magdeburgo.

Los restos descansaron entonces, pero sólo hasta 1970. El 13 de marzo de ese año, el jefe de la KGB, Yuri Andropov, pidió permiso a sus superiores para destruirlos totalmente. Nuevamente, la idea era evitar que el lugar pudiera ser saqueado o se convirtiera en un sitio de peregrinación y adoración al sangriento líder, por parte de simpatizantes neonazis.

El pedido fue autorizado, llevándose a cabo en el mismo día la exhumación y la destrucción de los restos, el 4 de abril de 1970. En un descampado cerca de Schönebeck, a 11 kilómetros de Magdeburgo, sin ninguna ceremonia ni nada especial, se armó una gran fogata, a la cual fueron arrojados los restos del líder del Tercer Reich y sus compañeros de tumba. Según los informes, se alimentó la fogata hasta que sólo quedaron cenizas, y luego estas fueron arrojadas al río Biederitz. Sólo entonces, irónicamente, el pedido de Hitler se concretó, pero a cargo de sus enemigos.

Aunque las citadas piezas del cuerpo de Hitler siguen estando en archivos rusos, muchas otras cosas relacionadas a su muerte han desaparecido o están a punto de desaparecer. Un ejemplo es el bunker en donde pasó sus últimos días y se suicidó: actualmente está sepultado debajo de un estacionamiento de una tienda como cualquier otra, y muchos berlineses ni siquiera conocen el dato. Muchos otros edificios importantes que fueron frecuentados o construidos por órdenes de Hitler han sido ya destruidos por los soviéticos o por los alemanes, y muchos otros permanecen sepultados accidentalmente o por otras causas.

viernes, diciembre 25, 2009

Copiar y pegar

Durante la Segunda Guerra Mundial, tres bombarderos B-29 estadounidenses hicieron aterrizajes de emergencia (por separado) en territorio soviético, después de bombardear Japón. Estos incidentes aislados tuvieron una serie de largas y curiosas consecuencias.

Muchas veces la URSS había pedido a EEUU que le vendiera este avión mediante el sistema de Préstamo y Arriendo. Estos bombarderos cuatrimotores eran una de las piezas más importantes del arsenal estadounidense gracias a su enorme alcance y gran carga de bombas. Solamente EEUU e Inglaterra tenían aviones comparables, y los B-29 eran los mejores en lo que hacían. La URSS no podía bombardear Alemania con sus aviones bimotores, y todo país en guerra deseaba tener bombarderos estratégicos de ese tipo: casi todos habín fallado en el diseño de los mismos. EEUU no respondió a los pedidos, ya que querían conservar la exclusividad del arma y no podrían controlar su uso después de dársela a los soviéticos. Aunque aliados, no eran naciones precisamente amigas.

No sorprende entonces que la URSS se negara a devolver los aviones que llegaron a su territorio. EEUU los solicitó numerosas veces; ambos países eran aliados, pero la URSS tenía un trato de no agresión con Japón, de manera que se negaba a hacerlo ya que estas armas serían usadas de nuevo contra este país y eso podría interpretarse como una rotura del tratado.

Stalin, en realidad, tenía otra idea en mente. Ordenó a la oficina de diseños Tupolev que copiara el avión mediante ingeniería inversa, lo cual derivó en la creación del Tupolev Tu-4, prácticamente idéntico al avión occidental.

En 1947, durante una celebración militar, EEUU comprendió lo que había sucedido. Tres Tu-4 aparecieron en el cielo, siendo confundidos con los B-29 capturados; cuando apareció el cuarto Tu-4, se hizo evidente que la URSS había copiado su mejor diseño, y que poseía entonces la capacidad de bombardeo estratégico. Ese mismo año la URSS detonó su primera bomba atómica; ambos eventos dieron inicio a la carrera armamentística que luego se desataría en todo el mundo.

domingo, diciembre 20, 2009

Guerra mundial, en todo el sentido

La Segunda Guerra Mundial lo fue en todo sentido, lo solamente porque tuvo lugar en todos los continentes, sino porque los que pelearon en ella provenían de todas partes, incluso de países que no estaban en guerra o participaban de diversos bandos.

Un ejemplo lo podemos ver en el XV Grupo de Ejército Aliado que operó en Italia; Segun su Alto Mando, "era una Babel". Y no era para menos: tal vez haya sido el frente con soldados de más nacionalidades y etnias de todas las guerras, modernas y antiguas. Esto planteaba, inevitablemente, frecuentes y problemáticas dificultades en la logística: traductores, comida, aprovisionamiento, organización, etc. Entre sus efectivos se encontraban:
  • estadounidenses, algunos descendientes de inmigrantes italianos y japoneses (llamados nisei, agrupados en una formación especial ya que se temía por su actuación a causa de su origen; su envío a Italia era justamente para evitar que lucharan en el Pacífico);
  • franceses, que luego pasaron a la lucha en su misma patria;
  • brasileros, pertenecientes a la 1º división de la Fuerza Expedicionaria Brasilera. El general Clark comenta que "nos había resultado extraordinariamente difícil encontrar intérpretes de habla portuguesa para los tanquistas que debían apoyar a unidades brasileras en acción";
  • efectivos de las Islas Británicas, entre ellos batallones escoceses, irlandeses (que pidieron, el día de San Patricio, que un avión especial les trajera de su patria una comida tradicional) y británicos;
  • italianos pertenecientes a pelotones de partisanos o del ejército regular, ya que a partir de 1943 Italia estaba de parte de los Aliados;
  • griegos;
  • canadienses pertenecientes a toda la geografía de dicho país, algunos hablando inglés y otros francés;
  • sudafricanos, tanto de origen occidental como nativos, representados entre otros por los "Springboks" del Mariscal Smuts, el Batallón de Servicios Especiales de la 6º División Blindada Sudamericana que dejaron sus tanques y combatieron a pie;
  • polacos pertenecientes al 2º Cuerpo Polaco, con parientes en EEUU y que se hicieron famosos al conquistar las alturas de Monte Cassino (entre los cuales se encontraba un oso que era su mascota y combatía con ellos, lo cual da lugara una historia más larga);
  • judíos de Palestina;
  • marroquíes y argelinos de las colonias francesas, que aunque lucharon con gran valor e ingenio, trajeron no pocos problemas de logística;
  • neozelandeces;
  • indios de multitud de etnias reclutadas por los británicos en esa colonia, incluyendo sikhs, maharattas, madrasis, jats, rapjuts, punjabíes, pathanes, baluchis y gurkhas de Nepal; sus religiones y alimentación trajeron no pocos problemas. Los hindúes no podían comer carne de vaca, que consideran sagrada, y los de fe musulmana no podían comer carne de cerdo. A causa de esto, el Octavo Ejército Británico tenía que llevar un rebaño de cabras detrás suyo para alimentarlos a todos por igual.
Por otra parte, había en servicio numerosos cuerpos femeninos de enfermeras y auxiliares, con mujeres estadounidenses, inglesas, sudafricanas y canadienses. Los hospitales tenían que tener multitud de intérpretes y ser capaces de abastecer de alimentos, ropa, medicamentos y demás sin romper ninguna regla cultural. "Hubo un gran revuelo cuando los enfermos árabes franceses se negaron a usar pijamas, usando los pantalones como turbantes", recuerda Clark.

En el otro extremo, los países del Eje tampoco quedaron a la saga. El ejército de la Alemania nazi, presunto representante de la superioridad de la raza aria, se convirtió a lo largo de la guerra en una torre de Babel, al igual que pasó con los Aliados. La necesidad extrema de mano de obra y de soldados los llevó a aceptar en sus filas a soldados capturados, rusos que detestaban el comunismo, y otras nacionalidades que querían luchar en sus filas por muchos y diversos motivos. Combatieron del lado alemán franceses, croatas, rusos, letones, lituanos, tártaros, norteafricanos, turcomanos, chechenos, e incluso se dice que indios (probablemente capturados de divisiones inglesas en la India, aunque su número fue muy escaso).

Incluso las máximas representantes de los ideales nacionalsocialistas, las SS, admitieron en sus filas a belgas, daneses, holandeses, noruegos, españoles, franceses... y a auxiliares del este de Europa. Esto hizo que, curiosamente, hubiera franceses defendiendo Berlín en la última batalla.

jueves, diciembre 17, 2009

Recompensa helada

Durante la Segunda Guerra Mundial, los pilotos estadounidenses de bombarderos B-29 ponían latas de mezclas de helado en los compartimientos del artillero de popa. Las bajas temperaturas que sufrían a causa de la altura del vuelo, y las constantes vibraciones, hacían un buen helado, que las tripulaciones disfrutaban al volver exitosamente de la misión.

martes, diciembre 15, 2009

Kokura, la ciudad más afortunada

Esta ciudad japonesa bien merece este título. En un primer momento, fue el blanco secundario del Enola Gay, el avión que arrojó la primera bomba nuclear. Como las condiciones climáticas sobre el blanco principal, Hiroshima, eran buenas, este artefacto fue lanzado allí.

Días más tarde, Kokura quedó primera en la lista de prioridades. Japón seguía sin rendirse y las autoridades militares de EEUU necesitaban una ciudad que no hubiera sido ya bombardeada, para poder estudiar los efectos que tenía ese tipo de bombas sobre un blanco civil. Kokura fue puesta entonces como el blanco primario de la segunda bomba atómica.

En la mañana del bombardeo (9 de agosto de 1945), sin embargo, las condiciones sobre la ciudad eran malas. Un ataque con bombas incendiarias sobre la vecina ciudad de Yahata había llenado de humo la zona. El comandante del avión tenía órdenes de lanzar la bomba sobre Kokura sólo si podía verla; como el humo y las nubes lo impidieron, siguieron de largo hacia Nagasaki, el objetivo secundario, donde finalmente la lanzaron.

jueves, diciembre 10, 2009

Rezar y remar

Durante el ataque japonés a Pearl Habor, un capellán de la US Navy se encontró en un predicamento que resolvió rápidamente. Ejercitando una profesión que puede parecer contradictoria, el sacerdote se estaba preparando para una misa al aire libre (el ataque fue el día domingo 7 de diciembre, temprano a la mañana) cuando vio aproximarse a las aviones japoneses.

Ni lento ni perezoso, corrió hasta una ametralladora cercana, la arrastró por su cuenta, la montó sobre el altar y ametralló a los aviones cuando pasaron sobre él. Su pequeña gesta fue inmortalizada más tarde en una canción popular, que se llama "Alabad al Señor y Pasad la Munición" [creo que en el original en inglés es Praise the Lord and pass the ammo.]

martes, diciembre 08, 2009

De algo hay que vivir

El hambre fue una constante en muchas eventos de la Segunda Guerra Mundial: el asedio de Leningrado, las marchas kilométricas por las selvas de Birmania, y un largo y lamentable etc. Lo curioso es el sentido del humor: luego de la caída de Rangun en abril de 1942 las tropas del general Stilwell parecían estar contentos al haber descubierto una nueva vitamina, la G. Era el nombre irónico con el que llamaban a los gorgojos que estaban en sus galletas, ya pasadas.

domingo, diciembre 06, 2009

Curiosa condecoración

Minoru Genda, general japonés que ayudó a planear el devastador ataque japonés a Pearl Harbor, recibió la condecoración de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en 1959. Esto ocurrió cuando Genda estaba al frente de la nueva fuerza aérea japonesa, y después de haber probado el Starfighter F-104 de la Lockheed en California. Su recomendación fue un factor importante para que Japón comprara los aviones.

martes, diciembre 01, 2009

Recomendación materna

La madre de Douglas MacArthur, conocido estratega estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, tenía por costumbre enviar cartas adulatorias a los superiores de su hijo, sugiriendo que tal vez era tiempo de que su hijo fuera ascendido a general.