viernes, junio 26, 2015

El coronel Harry A. Flint

En el ejército estandounidense, durante la Segunda Guerra Mundial, existieron algunos personajes realmente curiosos. Pero pocos como el excéntrico coronel Harry Albert Flint (de sobrenombre Paddy, ya que era irlandés de origen). De él dijo el Patton: "está claramente loco, pero pelea bien".

De hecho este también excéntrico oficial conocían bien a Flint, ya que ambos habían sido compañeros de caballería. Flint comenzó su parte más conocida del servicio en la Segunda Guerra Mundial presentándose al general Bradley, en su comando en Argel, para pedirle el mando de tropas de primera línea, donde, según él, "se peleaba de verdad".

"Por las campanas del infierno, Brad, me estoy oxidando, desperdiciando mis actitudes con estos coroneles de cama blanda en la retaguardia." Con estas suaves palabras, pidió lo que era poco común en la época: que un oficial de más de 50 años pasara a comandar tropas directamente en la línea de combate.


Cuando alguien solicitó, luego de la captura de Túnez, un jefe para que levantara el ánimo del regimiento 39º, que mostraba signos de moral baja, "Paddy" Flint fue designado como su comandante.

Su primera medida al llegar a Italia fue colocar en todos los cascos, camiones y elementos de combate de sus soldados la sigla "AAA-0". Cuando un comandante le preguntó por su significado, le contestó: "Cualquier cosa, en cualquier momento, en cualquier parte, sin excluir nada" [casi intraducible: "Anything, Anytime, Anywhere", y el guión como menos tachando un 0.]

El comandante comentó el hecho y poco tiempo después llegó una orden desautorizando poner inscripciones especiales en cualquier parte, para que el enemigo no supiera con qué unidades estaba luchando y pudiera obtener datos de inteligencia en base a eso. Flint no obedeció porque, según él, "la ley debía ser anterior al hecho del proceso". El excéntrico oficial había estudiado algo de leyes en su ciudad natal, Vermont.
 
El emblema tenía una razón de ser: fue una de las bases sobre las que Flint construyó de nuevo la moral de una unidad que no era conocida por sus méritos. "El enemigo que vea a nuestro regimiento en combate, si sobrevive a la batalla, sabrá que debe correr la próxima vez que nos vea venir", supo decir Flint para defender su manía por pintar el AAA-0 en todas partes. Y funcionó: la unidad comenzó a ser temida por los alemanes.

Pero otras actitudes de Flint llamaban mucho más la atención. Dirigía a sus hombres desnudo hasta la cintura, con casco, una bufanda negra al cuello y revoleando un fusil. "Voy así para que mis soldados me reconozcan mejor" le respondió a un sorprendido periodista. Además, caminaba por las líneas del frente fumando y sin bajar la cabeza, incluso cuando el enemigo estaba a tiro. Incluso hacía gestos despectivos hacia las líneas alemanas y le gritaba a sus hombres "¡Vean a esos alemanes! No sabían tirar en la Primera Guerra Mundial. No saben tirar en ésta. ¿Cuando van a aprender? ¡Ni siquiera son capaces de matar a un viejo chivo como yo!"

Sus superiores se precupaban por eso y se lo transmitían. "Algún día, Paddy", le dijo Bradley, "usted va a andar paseando así y lo van a matar. Entonces va a probar justamente lo contrario de lo que quiere enseñar a sus hombres." Pero Flint estaba convencido de lo que decía, y miró a su superior con extrañeza para responderle: "por las campanas del infierno, Brad, usted sabe que esos alemanes no saben tirar."

Finalmente, sucedió lo dicho por Bradley: Paddy Flint murió en Normandía, el 24 de junio de 1944, cuando un francotirador alemán le dio un tiro en la cabeza. El general dijo acerca del asunto: "estoy seguro de que de ese tiro, él hubiera dicho que le acertaron de pura casualidad. Pero ni siquiera esa satisfacción tuvo, pues, si bien vivió algunas horas, la herida había afectado a la palabra. Paddy murió como un irlandés silencioso y con una sonrisa en el rostro."

 Su carrera fue legendaria, consiguiendo 2 Cruces al Servicio Distinguido, 3 Estrellas de Plata, la Legión del Mérito y un Corazón Púrpura. Cuando murió tenía 56 años.

viernes, junio 19, 2015

Cuando la población no apoya una guerra

Muchas guerra han sido impopulares. Pero la falta de apoyo popular a la Guerra de Indochina (1945-54, en lo que luego sería Vietnam, Laos y Camboya) fue total y absoluto. Francia deseaba mantener sus intereses coloniales en la zona luego del término de la Segunda Guerra Mundial, pero un movimiento independentista de corte comunista comenzó a resistir activamente sus actividades.

Terminado un conflicto bélico tan grande y con el país en un proceso de reconstrucción, la población francesa no quería involucrarse en un conflicto tan alejado. La impopularidad de la guerra fue tan grande que cualquier político o funcionario que dispusiera de elementos o dinero para enviar a Asia era presionado. El público simplemente no quería que su dinero fuera usado para la guerra.

Esto planteó todo tipo de problemas para las fuerzas armadas, principalmente de abstecimiento y logística. Ninguno de los gobiernos que pasaron por esos años pudo comprar material nuevo ni mejorar el existente, ni siquiera aspirar a comprar material anticuado por vías públicas. Es por eso que el equipo era tremendamente heterogéneo. En los primeros años de la guerra, coexistían materiales franceses, británicos, estadounidense, alemanes e incluso japoneses, de la época de la ocupación durante la Segunda Guerra Mundial. Las armas de infantería tenían calibres tan diversos como 8 mm, 7,5 mm, 7,65 mm, 7,7 mm, 9 mm, 7,62 mm de varios modelos, etc., lo cual hacía de la logística un infierno.

Un sargento de un batallón de élite, que debería tener entregas prioritarias de equipo, contó que en marzo de 1949 su pelotón de 10 hombres tenía una ametralladora FM.24/29 de 7,5 mm, un subfusil MAS.38 de 7,65 mm; había otros cuatro que se habían estropeado días antes, al igual que otros cuatro MAS.36/CR.39 de 7,5 mm. El resto del pelotón tenía fusiles semiautomáticos Berthier M1907/15 de 8 mm (que eran armas de la Primera Guerra Mundial), pero como no tenían sus peines de tres disparos solamente se los podía disparar tiro a tiro. Al año siguiente la cosa mejoró, al menos en parte: recibieron excelentes subfusiles alemanes capturados, MP.40 de 9 mm, pero con el inconveniente de que les suministraron munición británica (esta combinación de munición y subfusil causaba disparos accidentales y atascamientos). En contraste, sus armas de apoyo no habían mejorado nada: eran ametralladora Reibel M1931A de 7,62 mm que habían sido desmontadas de la Línea Maginot y montadas en trípodes: no eran muy útiles como armas de infantería debido a su edad y a su peso.

En el aire, la cosa también era complicada. Se utilizaban viejos Junkers Ju-52 alemanes para transporte, aviones de enlace y observación Fieseler Storch, e incluso cazas japoneses capturados, al igual que aviones C-47 Dakota y varios otros modelos británicos y estadounidenses como el Hellcat, el Corsair y el Spitfire. EEUU llegó al extremo de prestarle a Francia un portaaviones ligero, el USS Belleau Wood, como forma de paliar su escaso poderío aeronaval.


Lo curioso es que los miembros del Vietminh, la guerrilla enemiga de las fuerzas francesas, tenía una mezcla similar de equipo: además de las armas francesas capturadas, utilizaban ciertas cantidades de PPsh41 (fabricados en China), PPsh43, subfusiles estadounidenses Thompson y británicos Sten, además de ametralladoras Z.27 checas, DP soviéticas, BAR estadounidenses y Bren británicas.

La impopularidad de la guerra en Francia era tan grande, que ni siquiera se salvaban los mismos soldados. Hasta los esfuerzos sanitarios por mejorar la salud de los heridos eran boicoteados activamente: si se solicitaban dadores de sangre públicamente, se debía aclarar que esa sangre no sería utilizada en el frente de batalla, porque de otra manera la campaña fracasaba. En la misma línea, los primeros helicópteros de evacuación sanitaria usados en el conflicto, dos Hiller 360, fueron adquiridos "a escondidas" por el departamento de Salud Pública, directamente en el mercado civil, para evitar que la compra por vía militar fuera conocida y criticada.

Cuando Francia perdió la guerra, en 1954, la región siguió siendo un hervidero de problemas para muchos países capitalistas, gracias a la fuerte penetración del comunismo. No pasaría otra década antes de que un nuevo poder, EEUU, comenzara a operar en la zona, dando lugar a una nueva e impopular guerra, que también sería perdida.

sábado, junio 06, 2015

¿Caballería polaca contra tanques alemanes? Una mentira de patas largas

Se dice que la verdad es la primera víctima de una guerra, y esto pareciera ser especialmente cierto en el caso de la Segunda Guerra Mundial, época en la cual la propaganda tomó nuevos vuelos y se acrecentaron sus malos usos.

En una entrada previa hemos visto como el mismo inicio del conflicto fue justificado por Hitler gracias a una serie de falsos ataques polacos, en los que la radio y los rumores tuvieron una gran importancia.

Pero la mayor mentira de esa parte de la guerra, y sin duda una de las mayores de todo el conflicto, fue la que comenzó el mismo día del inicio de la guerra, en la tarde del 1 de septiembre de 1939. Este mito, esta falacia que ha perdurado tanto tiempo, admite sin pruebas que unidades de caballería polacaa, armadas de sables y lanzas, se enfrentaron, tan heroica como estúpidamente, contra unidades de tanques alemanes en ofensiva.

Para desmentirla, nada mejor que rever los hechos. Uno de los pocos datos ciertos en todo el asunto es que, en efecto, en esta batalla se enfrentaron unidades mecanizadas y de caballería, pero el contexto y los resultados, son totalmente diferentes.

En primer lugar, hay que darle crédito a los polacos. Como muchos países europeos de esa época, sus unidades estaban haciendo una transición de la caballería tradicional a la blindada, es decir, a los tanques y otros vehículos de ruedas y orugas. Para 1939 solo el 10% del Ejército Polaco eran unidades de caballería. Estas eran utilizadas como unidades de reconocimiento y de infantería móvil, y solo ejecutaban cargas de caballería (como las de antaño) contra unidades de infantería.

Esto fue lo que sucedió justamente ese fatídico 1 de septiembre, en la denominada batalla de Krojanty, en la región de Pomerania. Unidades polacas habían dispersado un ataque de infantería alemán, y otras unidades de caballería se dirigieron a reforzar el ataque para mantener al invasor en la frontera. El 18º Regimiento de Ulanos de Pomerania descubrió que un grupo de soldados alemanes estaban acampando en un claro en el bosque de Tuchola, cerca de una línea de vías ferroviarias.

En ese momento, el Coronel Mastalerz, líder del regimiento, envió al comandando de su primer escuadrón, Eugeniusz Świeściak, a ejecutar una carga de caballería a las 1900 para aplastar a estas tropas. Otros dos escuadrones, incluyendo dos que ya estaban usado tanquetas del tipo TKS, quedaron como reserva.

La diferencia entre tanques y otros vehículos blindados era
difusa para algunos en esa época, pero es evidente que
estos vehículos, del tipo que fueron usado contra la
caballería polaca, NO son tanques.
La carga fue exitosa: las tropas alemanas sufrieron bajas, se dispersaron y retiraron, ocupando los polacos el claro. Lamentablemente para ellos, unidades blindadas alemanas estaban en la zona. No se sabe si se trató de una emboscada preparada o de una casualidad, pero estos vehículos de reconocimiento alemanes (que no eran tanques, sino vehículos de rueda equipados con ametralladoras) llegaron al lugar y comenzaron a ametrallar a los efectivos polacos, causando una retirada.

El ataque alemán mató tanto a Mastalerz como a Świeściak, evitando una respuesta del resto de la unidad y causando la muerte o la baja por heridas de un tercio de la fuerza polaca. De todas maneras, en el corto plazo el ataque de los ulanos fue beneficioso para su nación, ya que dispersó a las tropas alemanas en la zona y le dio tiempo a otras unidades polacas para que se retiraran de una ciudad cercana, en la que también se combatía. Por esto, la unidad fue condecorada al día siguiente.

Todo hubiera quedado como una escaramuza propia de esos días de no haber sido por lo que siguió al combate. Al día siguiente, los alemanes llevaron al campo de combate a sus corresponsales de guerra, junto con dos periodistas provenientes de Italia. Tanques alemanes habían llegado a la zona para reforzarla, y estos corresponsales los vieron desfilar junto a los cadáveres de los jinetes polacos y sus caballos. Tomando las cosas fuera de contexto, uno de los periodistas italianos, Indro Montanelli,  envió una nota a su diario que contenía enormes falsedades. En ella se contaba que, muy valientemente, las unidades polacas, sin tener nada más que sables y lanzas, habían cargado contra los tanques alemanes.

La "noticia" se fue repitiendo aquí y allá, pero se expandió fuertemente a los pocos días gracias a una nueva lectura política que hizo el régimen nazi. Antes del estallido del conflicto, la propaganda polaca había dicho que los tanques alemanes estaban blindados con acero de poca calidad o de escaso espesor, dando a entender que sus ataques no serían más que bravuconadas, que serían repelidas fácilmente por sus tropas.

A esta falsedad, los encargados de la propaganda nazi retrucaron con un artículo de una revista aparecido el día 13 de septiembre. Repitiendo los falsos hechos de aquella batalla, el artículo hacía incapié en la supuesta estupidez de los dirigentes polacos, que habían mandado a sus tropas a una muerte segura frente a vehículos realmente blindados.

Soldado de caballería de una unidad de ulanos polaca.
Obsérvese el largo fusil antitanque, con el que se podían
destruir muchos de los blindados alemanes de la época.
Lamentablemente, no todo quedó allí. Este escenario (soldados valientes utilizados por dirigentes cortos de mente que subestimaban a los alemanes) le resultó útil también a la propaganda soviética posterior a la Segunda Guerra Mundial. Los comunistas lo usaron para remarcar el pobre liderazgo de los dirigentes democráticos de esa época, que supuestamente no habían sabido preparar a sus tropas para enfrentar a los nazis. Incluso existe una película polaca de 1959, llamada Lotna, que "recrea" lo sucedido de manera muy contundente, la cual cimentó sin lugar a dudas la creencia en esta enorme falacia.

Como un caso de mentira con patas largas, incluso ahora, cuando se sabe toda la verdad, la invención se sigue repitiendo, en escuelas, comentarios y muchos otros lugares. Irónicamente, todo esto está documentado y, a diferencia de otras mentiras o confusiones, los hechos nunca fueron clasificados u ocultados por nadie.

Lo peor es que, para cerrar el círculo de datos verídicos, hacía tiempo que las unidades de caballería polacas no usaban ni lanzas ni sables. Como muchas unidades de su tipo, estaban armadas de carabinas, y también con una variedad muy efectiva de fusiles antitanque calibre 7,92 y cañones antitanque de 37 mm tirados por caballos. Estas unidades estaban siendo reestructuradas como brigadas móviles y por lo tanto tenían material bastante moderno, que podían hacer frente a muchas de las unidades blindadas y acorazadas alemanas.

De haber sido algo diferente la batalla de Krojanty, tal vez la historia de Polonia no hubiera cambiado demasiado, pero al menos esta falacia, tantas veces repetida sin cuestionamientos, no hubiera existido.