sábado, junio 06, 2015

¿Caballería polaca contra tanques alemanes? Una mentira de patas largas

Se dice que la verdad es la primera víctima de una guerra, y esto pareciera ser especialmente cierto en el caso de la Segunda Guerra Mundial, época en la cual la propaganda tomó nuevos vuelos y se acrecentaron sus malos usos.

En una entrada previa hemos visto como el mismo inicio del conflicto fue justificado por Hitler gracias a una serie de falsos ataques polacos, en los que la radio y los rumores tuvieron una gran importancia.

Pero la mayor mentira de esa parte de la guerra, y sin duda una de las mayores de todo el conflicto, fue la que comenzó el mismo día del inicio de la guerra, en la tarde del 1 de septiembre de 1939. Este mito, esta falacia que ha perdurado tanto tiempo, admite sin pruebas que unidades de caballería polacaa, armadas de sables y lanzas, se enfrentaron, tan heroica como estúpidamente, contra unidades de tanques alemanes en ofensiva.

Para desmentirla, nada mejor que rever los hechos. Uno de los pocos datos ciertos en todo el asunto es que, en efecto, en esta batalla se enfrentaron unidades mecanizadas y de caballería, pero el contexto y los resultados, son totalmente diferentes.

En primer lugar, hay que darle crédito a los polacos. Como muchos países europeos de esa época, sus unidades estaban haciendo una transición de la caballería tradicional a la blindada, es decir, a los tanques y otros vehículos de ruedas y orugas. Para 1939 solo el 10% del Ejército Polaco eran unidades de caballería. Estas eran utilizadas como unidades de reconocimiento y de infantería móvil, y solo ejecutaban cargas de caballería (como las de antaño) contra unidades de infantería.

Esto fue lo que sucedió justamente ese fatídico 1 de septiembre, en la denominada batalla de Krojanty, en la región de Pomerania. Unidades polacas habían dispersado un ataque de infantería alemán, y otras unidades de caballería se dirigieron a reforzar el ataque para mantener al invasor en la frontera. El 18º Regimiento de Ulanos de Pomerania descubrió que un grupo de soldados alemanes estaban acampando en un claro en el bosque de Tuchola, cerca de una línea de vías ferroviarias.

En ese momento, el Coronel Mastalerz, líder del regimiento, envió al comandando de su primer escuadrón, Eugeniusz Świeściak, a ejecutar una carga de caballería a las 1900 para aplastar a estas tropas. Otros dos escuadrones, incluyendo dos que ya estaban usado tanquetas del tipo TKS, quedaron como reserva.

La diferencia entre tanques y otros vehículos blindados era
difusa para algunos en esa época, pero es evidente que
estos vehículos, del tipo que fueron usado contra la
caballería polaca, NO son tanques.
La carga fue exitosa: las tropas alemanas sufrieron bajas, se dispersaron y retiraron, ocupando los polacos el claro. Lamentablemente para ellos, unidades blindadas alemanas estaban en la zona. No se sabe si se trató de una emboscada preparada o de una casualidad, pero estos vehículos de reconocimiento alemanes (que no eran tanques, sino vehículos de rueda equipados con ametralladoras) llegaron al lugar y comenzaron a ametrallar a los efectivos polacos, causando una retirada.

El ataque alemán mató tanto a Mastalerz como a Świeściak, evitando una respuesta del resto de la unidad y causando la muerte o la baja por heridas de un tercio de la fuerza polaca. De todas maneras, en el corto plazo el ataque de los ulanos fue beneficioso para su nación, ya que dispersó a las tropas alemanas en la zona y le dio tiempo a otras unidades polacas para que se retiraran de una ciudad cercana, en la que también se combatía. Por esto, la unidad fue condecorada al día siguiente.

Todo hubiera quedado como una escaramuza propia de esos días de no haber sido por lo que siguió al combate. Al día siguiente, los alemanes llevaron al campo de combate a sus corresponsales de guerra, junto con dos periodistas provenientes de Italia. Tanques alemanes habían llegado a la zona para reforzarla, y estos corresponsales los vieron desfilar junto a los cadáveres de los jinetes polacos y sus caballos. Tomando las cosas fuera de contexto, uno de los periodistas italianos, Indro Montanelli,  envió una nota a su diario que contenía enormes falsedades. En ella se contaba que, muy valientemente, las unidades polacas, sin tener nada más que sables y lanzas, habían cargado contra los tanques alemanes.

La "noticia" se fue repitiendo aquí y allá, pero se expandió fuertemente a los pocos días gracias a una nueva lectura política que hizo el régimen nazi. Antes del estallido del conflicto, la propaganda polaca había dicho que los tanques alemanes estaban blindados con acero de poca calidad o de escaso espesor, dando a entender que sus ataques no serían más que bravuconadas, que serían repelidas fácilmente por sus tropas.

A esta falsedad, los encargados de la propaganda nazi retrucaron con un artículo de una revista aparecido el día 13 de septiembre. Repitiendo los falsos hechos de aquella batalla, el artículo hacía incapié en la supuesta estupidez de los dirigentes polacos, que habían mandado a sus tropas a una muerte segura frente a vehículos realmente blindados.

Soldado de caballería de una unidad de ulanos polaca.
Obsérvese el largo fusil antitanque, con el que se podían
destruir muchos de los blindados alemanes de la época.
Lamentablemente, no todo quedó allí. Este escenario (soldados valientes utilizados por dirigentes cortos de mente que subestimaban a los alemanes) le resultó útil también a la propaganda soviética posterior a la Segunda Guerra Mundial. Los comunistas lo usaron para remarcar el pobre liderazgo de los dirigentes democráticos de esa época, que supuestamente no habían sabido preparar a sus tropas para enfrentar a los nazis. Incluso existe una película polaca de 1959, llamada Lotna, que "recrea" lo sucedido de manera muy contundente, la cual cimentó sin lugar a dudas la creencia en esta enorme falacia.

Como un caso de mentira con patas largas, incluso ahora, cuando se sabe toda la verdad, la invención se sigue repitiendo, en escuelas, comentarios y muchos otros lugares. Irónicamente, todo esto está documentado y, a diferencia de otras mentiras o confusiones, los hechos nunca fueron clasificados u ocultados por nadie.

Lo peor es que, para cerrar el círculo de datos verídicos, hacía tiempo que las unidades de caballería polacas no usaban ni lanzas ni sables. Como muchas unidades de su tipo, estaban armadas de carabinas, y también con una variedad muy efectiva de fusiles antitanque calibre 7,92 y cañones antitanque de 37 mm tirados por caballos. Estas unidades estaban siendo reestructuradas como brigadas móviles y por lo tanto tenían material bastante moderno, que podían hacer frente a muchas de las unidades blindadas y acorazadas alemanas.

De haber sido algo diferente la batalla de Krojanty, tal vez la historia de Polonia no hubiera cambiado demasiado, pero al menos esta falacia, tantas veces repetida sin cuestionamientos, no hubiera existido.

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